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De URIBE A MOCKUS

De URIBE A MOCKUS
Este 30 de Mayo, se marca en parte el futuro de 45 millones de colombianos. La mayor intensión de votos entre el filósofo y matemático Aurelius Antanas Mockus, del próspero Partido Verde y el economista y ex ministro de Defensa de Colombia, Juan Manuel Santos del gobernante Partido Social de Unidad Nacional, parece inclinarse a favor del segundo, en particular por su estrategia pragmática de la Política Colombiana. Aún así, se vislumbra una segunda vuelta programada para el 20 de junio.
En el caso hipotético de salir victorioso en la elección presidencial de Colombia el candidato verde, el manifiesto de respaldo a Mockus de 26 intelectuales internacionales, en los que sobresalen el sociólogo y filósofo alemán Jürgen Habermas y el, teórico social y politólogo noruego, Jon Elster, así como el enfoque de los programas de gobierno del visionario surrealista, inducen a pensar que habría una ruptura con el modelo práctico de economía liberal desregulada, del Presidente Álvaro Uribe Vélez.
Al respecto, aún cuando no es fácil identificar una tendencia o escuela en el ideario del Presidente Uribe, algunos intelectuales lo ubican dentro de la corriente de pensamiento de un universo intersubjetivo, basado en la teoría de Alfred Schütz, o sea la construcción de un mundo compartido de semejantes, regido por la seguridad democrática, como la política símbolo de Estado, soportada sobre un neoinstitucionalismo con sentido de autoridad radical y vocación social asistencialista.
Antanas, al propugnar por la legalidad democrática, podría inclinar la tendencia para contrarrestar el creciente clima de desconfianza nacional producto de la concentración, la permisividad y el abuso de poder; el continuismo de los obstáculos para la paz, el aumento del empleo informal, y el estancamiento económico en Colombia. Guardadas las proporciones, su experiencia en la administración de la Capital de la República, donde logró trasladar teorías sociales a la realidad bogotana con particular éxito, sería su experiencia a mostrar.
En su campaña a la Presidencia, el favoritismo de más del 35% del electorado colombiano, no es productor del azar, más si resultado de un calculado diseño de márquetin electoral estructurado sobre la teoría de la elección racional. Este enfoque teórico usado en ciencias políticas, interpreta los fenómenos electorales a partir de supuestos básicos que derivan de principios de la economía: “el comportamiento de las personas en el sistema político es similar al de los agentes en el mercado, siempre tienden a maximizar su utilidad o beneficio y tienden a reducir los costos o riesgos”.
Los individuos prefieren más de lo bueno y menos de lo que les cause mal. Esta racionalidad tiene que ver con una cierta intuición que lleva a la masa electoral a optimizar y mejorar sus expectativas de vida.
El Partido Verde, frente a las diferentes coyunturas ha capitalizado estos votantes, con una llamativa baraja de opciones, ofertando la mejor línea de conducta, el mejor prospecto de país, la mejor colectiva participación organizada y particularmente identificando cuales son los fines que pretenden hoy la mayoría relativa de los colombianos, y cuáles son los medios que consideran válidos para alcanzar tales objetivos.
Este esquema con origen en la sociología comprensiva de Max Weber, propone una construcción de sociedad a partir de modelos teóricos, donde se recogen rasgos fundamentales del problema de legitimad que se desea. La elección racional para empoderar al gobernante sería el punto de partida de un comportamiento político ideal en este sentido, debido a que se precia lo que realiza un elector en forma voluntaria y racional, como premisa fundamental para el correcto accionar a futuro del receptor poderdado. Con este ejercicio el acto electoral bajo una alta dosis de consideraciones comportamentales y psicológicas se aparta parcialmente de la sociología comprensiva de las teorías más economicistas de la elección racional, y condiciona para que en ambos sentidos tanto los medios como los fines sean los universalmente aceptables a través del consenso.
En estos términos, se prevé que la propuesta política de Antanas Mockus no romperá con la lógica interna de las relaciones globales capitalistas, a fin de seguir construyendo sobre lo construido; más si se obtendrían una serie de reformas no necesariamente radicales, con un alto componente de colectivismo social.
Los éxitos obtenidos por el modelo práctico de economía liberal desregulada, del Presidente Álvaro Uribe Vélez que ha conducido a amoldarnos y aprender a vivir con aspectos normativos no deseados, motivados por el crecimiento capitalista y el desarrollismo tecnológico, muy seguramente se mantendrán. Lo anterior no obsta que bajo posiciones argumentadas los grupos sociales organizados y el mismo Estado, confronten los desafueros y abusos propios del capitalismo, causantes de mercados oscilantes, que incitan al consumismo desbordado, subutilización tecnología y desafuero en el afán de lucro, como efecto de un crecimiento sin orientación cualitativa por el desarrollo rudo de las fuerzas productivas.

Como ya fue evidente en la Alcaldía de Bogotá, Mockus tomaría distancia con relación a los reclamos y protestas sociales sustentadas en derechos adquiridos o reclamos de organizaciones sensibles, como el caso de los taxistas en su momento o productores de lácteos, en la era Uribe. En contraste se fortalecerían espacios públicos de deliberación y acciones comunicativas de control a los funcionarios públicos abusivos de las “Políticas de Estado” y se propendería por estimular la formación de una sociedad ilustrada que negocie y neutralice los efectos no deseados del mercado capitalista.
Para Antanas, lo fundamental serían tres elementos: Ponerle una cortapisa a lo que últimamente se ha denominado “los carteles y la mafia parainstitucional” sustentado en los círculos de poder y dinero de la economía y la administración pública.
Igualmente ejercer control institucional en los ámbitos donde se realizan las acciones comunicativas que representan al sector privado, a los gremios y los espacios públicos democráticos, para evitar los efectos deformadores (corrupción) de la racionalidad económica y el crecimiento burocrático vigente.

En un segundo tema, la regulación social del Estado intervencionista, se plantearía como una herramienta del Estado, las personas y los colectivos para revisar procesos de decisión, evaluación e impacto de la administración pública y el sector privado. En particular esta subordinación del Estado y Los Empresarios a la democracia comunicativa no tiene por objetivo la sustitución de los órganos de control y de fiscalización vigentes, mas si una mutualidad intrínseca.
En tercer lugar, respecto a la educación, las ciencias, la tecnología, y el desarrollo humano, se espera un ataque frontal a la idea de que estas sean herramientas de dominación más que de emancipación. Mockus imagina un futuro en el que la razón y el conocimiento trabajen en pro de una sociedad justa, equitativa, equilibrada regida por el consenso y la libre comunicacion.
Mañana VOTARE!!!
Ing. Miguel Ospino Rodríguez

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